25 de junio de 2010

Bondad dentro y fuera de la cocina. La Galería 21 de junio de 2010.

Desde que se cuece la nueva cocina española los cocineros se han ido sintiendo cada vez más libres; libres de expresión, libres para soñar. Pero ese camino es un camino de trabajo. Nadie puede realizar un plato consistente y sorprendente sin haber pasado cientos de horas mejorándolo. Por eso, cada vez más, admiro a los cocineros; porque en su profesión no existe el pelotazo. No existe el atajo.


















En este camino suelen quedar como mosquitos pegados al parabrisas dos grupos: el de los cocineros jóvenes sin tenacidad que sólo saben hacer dos platos y creen que llenarán cualquier restaurante con ellos (los que han cogido las enseñanzas del maestro sin entenderlas) y los de los comensales inquietos ante la novedad y la belleza que se come. Son los enemigos, por falta de entendimiento, de ese movimiento gastronómico revolucionario que permite la interrelación entre ideas y sentidos.

Además los cocineros siempre apelan a la excelencia en la calidad de las materias primas para poder realizar un plato. Así, no se la juegan como en otras profesiones abaratando costes. El resultado es un movimiento creativo, intelectual, nutricional, cultural y económico sólido, insólito y progresista. La mejora es su guía.

En esta línea, el lunes 21 de junio de 2010 los miembros de Siburita asistimos a la que ha sido, probablemente, la comida más interesante y creativa que hemos compartido juntos. Nuestra amistad con Nacho Rojo nos hizo sentirnos alegres de estar vivos y comer su comida. Y su comida nos hizo estar alegres de ser amigos de él y compartimos y comprendimos del todo su pasión.

Cada plato era un conjunto ordenado estéticamente de múltiples técnicas, alimentos, sabores y colores. Platos barrocos y excesivos, excelentes y cuidados. De entre todos ellos sobresalió en mi opinión el “Saco de morcilla empiñonado con crema de alubias de Ibeas, reineta, huevas de remolacha y gnoquis de pimientos asados”. Es un plato que mejora la morcilla y la eleva entre texturas crujientes y blandas donde lo entiendes todo.

Gracias Nacho por tu bondad dentro y fuera de la cocina.

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