Comer en Pancho acompañado de Gerardo Ibáñez y Begoña Pérez Terradillos fue mágico. Nos entendíamos; tenemos posiciones vitales muy distantes pero nuestra conversación fluía consistentemente, nos apetecía hablar y oir. Y eso que casa Pancho es un teatro cómico donde los hermanos Pérez Terradillos y los camareros forman una familia que trabaja pensando en pasarlo bien y hacer que los clientes lo pasen bien. Es el lugar indicado para hacer una película de Berlanga, como tributo al director genial; el guión lo ponen los personajes.



Pero los callos fueron inclasificables. No he comido callos mejores. Aunque vengo de familia madrileña los callos de Begoña eran limpios, suaves, sabrosos, ligeros y picantes. Todo lo demás, incluidos los trucos de magia de Santi, camarero del local, fueron componentes de una comida alegre, vitalista y memorable.

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