Llevo dos meses encontrando a gente y hablando de vitalismo. Las frases recurrentes sobre que “estamos luchando” en nuestros trabajos y “tirando” y que “todo está muy feo” son demasiado utilizadas. Creo que se han convertido en espacios comunes. Pero no se trata de pensar que todo va bien y mucho menos que los avariciosos responsables de esta crisis no deban ser ajusticiados.
Creo que debemos empezar una cadena de buenas noticias, acciones y deseos. No se trata de impostarlas ni de inventarlas sino de atender a aquellas cosas bellas, justas y agradables que también suceden. Creo que se nos está metiendo un miedo en el cuerpo que nos paraliza y hace que aceptemos cosas inaceptables. Creo que hablar sólo de esas situaciones negras nos hace intoxicar el ambiente con más miedo. Creo que ese miedo está dirigido por los mismos mercaderes de Venecia postmodernos que nos han metido en su pozo. Seamos críticos y vitalistas, seamos amables y vitalistas, seamos luchadores y recordemos que debemos divertirnos sabiendo que sólo somos el tiempo que nos queda.
La comida en La Esencia fue sensacional. Nos reímos de las bromas que repetimos desde hace ya veinte años. Nos juntamos los amigos de siempre y sentimos que los platos nos satisfacían y nos deslumbraban. Las bromas prosiguieron hasta más tarde.
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