Ya son tres las veces que he comido en NODO. Las comidas siempre han estado presididas por el buen rollo. Es un restaurante desenfadado y elegante. La última vez ha sido especial. Comer en una terraza de verano con temperatura perfecta es un acontecimiento, estés donde estés. Los platos son sofisticados y encuentro en ellos novedad en sabores, salsas sorprendentes, presentaciones distintas y materias primas semidesconocidas. Con ello todo se llena de sorpresa y juego y con ello de alegría por vivir y estar allí.
NODO es un restaurante donde me encuentro muy a gusto también porque voy con gente con la que siento mucha afinidad. Comer con mi primo Víctor (Marta y Estela) es una puerta abierta a ciertas risas difíciles de encontrar en otras partes. Por lo que NODO es un buen local, pero el paraíso se encuentra en las personas.
Sigo apostando porque los restaurantes, como las playas, los parques o las piscinas, son lugares más interesantes si vas acompañado de gente especial que sepa disfrutar de la vida y sus problemas, de la vida y sus sutilezas, de la vida y las carcajadas, de la vida y de lo absurdo de ella.
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