16 de octubre de 2010

Sentirse lleno. Puerta Real 9-10 -2010



El sábado era llovioso y esperábamos a mi primo Víctor que se acercaba luchando contra charcos, atascos y vientos desde Madrid. Teníamos un plan sugerido por él: comer cordero. Pero además teníamos la intención de no ir a un restaurante “de sólo cordero”. Entonces me acordé del Puerta Real. Me acordé de Tasio y de que aún no había ido por allí. Es un gran restaurante y, en día de fútbol internacional en Burgos en medio de un puente, estaba lleno. Me alegré de que aún queden buenos días para alzar el ánimo de cocineros, y de hosteleros.






El ruido del comedor lleno era muy bullicioso y nervioso. Se celebraban cosas, se celebraban encuentros. Cuando Víctor llegó pasaban las cuatro de la tarde. Nos contó que por prisa, lluvia y falta de visibilidad traía el susto en el cuerpo. Había pasado peligro grave. Desde ese momento nuestra comida se convirtió en una gran ocasión. El hecho de que hubiese llegado bien nos hacía sentirnos aliviados, especialmente vivos, especialmente contentos, sumamente felices.






Y en el Puerta Real entendieron a esa felicidad tratándonos con sonrisas, atenciones y afecto. La comida quedará como una de las mejores. Recordaremos los riñones con boletus el lechazo asado; y la sensación de que el estómago se conectaba con el corazón.


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