Últimamente paso casi todos los días por la plaza del rey San Fernando. La aproximación a la catedral de Burgos ha cambiado. Por la Facultad de Teología el derribo del muro hace que la calle Asunción de Nuestra Señora se convierta en un marco desde el que se percibe una catedral sumamente impactante por su altura.
El centro de Burgos, al margen de actuaciones desafortunadas, que afortunan a algunos, parece el centro de una ciudad medieval-renacentista. Da la sensación de que se está en Florencia o en Siena. Probablemente esa sensación se acrecienta por la manera en la que la ciudad, que tiene puertas medievales de distintas épocas, se completa con sensacionales edificios como San Esteban, San Nicolás de Bari, San Gil, La Casa del Cordón, el edificio de diputación, el Teatro Principal y otros. Es un centro rico y variado que hemos heredado y del que por fin podemos disfrutar absolutamente todos.
Quizás esa poderosa emoción es la que me llena cuando visito el Rincón de España. Dentro suele estar Javier y Fernando Mayoral con quien disfruto de la idea de que el talento de muchos burgaleses, que nos conocemos ya o no, pueda llegar a convertir nuestra ciudad en una nueva Florencia renacentista.
En realidad se trata de que varias personas desarrollen en colaboración trabajos creativos. Cuando cuatro personas con talento se juntan puede surgir una generación. Cuando eso sucede, la importancia de dicho grupo será juzgada por la Historia. De hecho las generaciones literarias, por ejemplo, suelen tener más importancia cuando se mitifican por el tiempo que cuando realmente suceden.
En todo caso no creo estar demasiado desencaminado. Colaboración y competencia hacen que se mejore y cuando eso sucede se pueden conseguir éxitos de todo tipo. Y además, lo mejores de los éxitos son los compartidos o disfrutados en común.
Puede que el grupo de sumilleres de Burgos, al que pertenezco como hijo adoptivo y al que pertenecen por derecho propio Javier y Fernando, sea uno de esos núcleos que lleguen a una cierta excelencia profesional y lo que sería más importante, que trasmitan un vitalismo generacional.
Creo que inteligencia y talento existen. Creo que se necesita ser conscientes de que se puede hacer más y divertirse en el intento. El grupo de cocineros burgaleses ya está preparado, por calidad y madurez. Necesitamos interconectar generaciones y grupos; y afrontar el esfuerzo por entenderse, competir y colaborar.
Disfrutamos de un excelente arroz con conejo elaborado por Ignacio Recio y compartido con José Luis Gómez Marín, gran amigo y cocinero televisivo http://youtu.be/fXpfj5YttiE
Qué pinta tienen las croquetaaaaaaaaaaaaaaasss!!!
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