…Este verano llegarán Las Edades del Hombre a Oña. Es un pueblo sorprendente. Me llama la atención cómo los pueblos burgaleses, que poseen un patrimonio histórico artístico enorme, son casi desconocidos entre los propios burgaleses. Mi teoría es muy clara. En Burgos ciudad cada habitante (casi todos) tienen su propio pueblo a donde ir cuando se dispone de tiempo libre. Y deconocen comarcas alejadas de sus propios puntos de referencia habituales.
Algo parecido sucede con los productos burgaleses. Por ejemplo, los vinos de Ribera de Duero se esfuerzan en competir en el mercado estadounidense y ni siquiera han sido capaces, a través de su DO, de hacerse conocer entre los burgaleses. Al margen de que hay riberas de Segovia, Soria y Valladolid, la máxima producción de uva y vino se hace en Burgos. ¿Por qué no han pensado que cada burgalés puede ser un excelente comercial de sus vinos si los conociera?. Si cada vez que hacemos un viaje o tenemos un compromiso familiar o profesional pensamos que el mejor regalo (calidad-precio) es un ribera, o un arlanza, dichas DOs tendrían cientos de miles de ventas inesperadas, seguras y habituales. Y cada burgalés quedará muy bien porque el receptor del regalo sabe que es uno de los mejores vinos del mundo.
Volviendo a Oña, el pueblo está invadido por su monasterio de San Salvador, de unas dimensiones descontroladas y de una calidad arquitectónica y patrimonial exquisita. Casos similares hay al menos en: Peñaranda de Duero, Santo Domingo de Silos, Lerma, Valle de Mena, Medina de Pomar, Villarcayo, Espinosa de los Monteros, Caleruela, Gumiel de Izán, Castrojeriz, Villadiego... en muchísimos lugares. Y seguimos sin conocerlos.
Nuestra Diputación debería hacer algo para el conocimiento de nuestra provincia. Nos estamos perdiendo un pasado y un presente ilusionante y rico, de manera imperdonable.
Al lado de Oña está el Valle de las Caderechas, cuyas manzanas y cerezas están ya tomando una calidad destacada amparadas por marcas de garantía de producción. ¿No deberíamos ir todos, motivados desde las instituciones, que tienen nuestro dinero, a conocer dicho valle?
Uno de los valores indispensables del movimiento gastronómico burgalés contará con el patrimonio de los pueblos no sólo como despensa sino como generadores de ideas basadas en su pasado y dirigidas a un mejor futuro.
Y contamos con los cocineros y restaurantes de los pueblos. En Oña, el restaurante Blanco y Negro, de Samanta y Arona, está proponiendo novedades y una fusión increíble. Arona, cocinero-músico senegalés, lleva la cocina e intenta mezclar sus raíces con las que encuentra por Oña (y todo Burgos). Así nace una cocina mestiza o universal de una tensión grande y de gran calidad. Al final son los cocineros que trabajan en los pueblo los que mejor dominan los productos de su comarca. Con estos cocineros y con su conocimiento sobre dichos productos debemos contar el #movimientogastronomico burgales. Contemos con Juan Peña y Eva Erostarbe (Villasana de Mena), con Patxi Álvarez (Las Quintanillas), Con Miguel Cobo (Briviesca), con Alberto Molinero (Miranda), Nacho Cifrián (Atapuerca),Valentín González, David Izquierdo, Delio Larrañaga (Aranda), Javier Jimeno (Roa)…. (Son sólo un ejemplo de una lista muy amplia y pido disculpas a los que se me olvidan)
seguimos...
Probé comer en un restaurante diferente (Blanco y negro) y acerté, la comida excelente, el precio muy razonable, el trato exquisito y una mezcla de platos castellano-senegaleses impresionante...que más se puede pedir. Totalmente recomendable. He repetido de nuevo y volví a salir encantado.
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