Ricardo Temiño fotografiado por Manuel Labrado para Siburita nº. 15
Conversando con algunos amigos, también blogueros, nos dimos
cuenta de que hacer un blog que supere las cien entradas es muy difícil; lo
habitual es caer en repeticiones o recurrir a ideas poco interesantes,
generadas cuando los temas se agotan. En este blog, que trata de proponer ideas
y restaurantes, situados en Burgos, especialmente, ha pasado lo mismo. Sin
embargo, de vez en cuando tengo la necesidad de volver a retomarlo. Esta vez
con ganas (o no). Estar un año sin escribir genera un pequeño almacén de
conjeturas y experiencias renovadas aún sin organizar pendientes de ser
redactadas.
Además, este último año ha habido novedades con la aparición
de nuevos restaurantes y proyectos. Cocineros de calidad, jóvenes, asumen su
madurez y se lanzan a cocinar en sus propias cocinas, a hacer sus propias casas
donde dar de comer. Este es el caso del Restaurante La Fábrica donde acudí en
compañía de los compañeros de la Academia Contemporánea de la Gastronomía de
Burgos.
Últimamente los comentarios que me llegan sobre dicho
restaurante son siempre positivos, de hecho parece que se ha puesto de moda,
que a la novedad se ha sumado un dejarse ver que también contribuye a su
elección.
La larga experiencia de Ricardo en el restaurante del Hostal
Landa, muchos como jefe de cocina, y su vocación intacta nos ponen ante un
cocinero muy maduro que ha sido capaz de traducir ese estilo de recetas
clásicas francesas y de cocina internacional en un lenguaje propio donde los platos
tienden a ser realizadas con alta suficiencia técnica. Así lo demostró cuando
se presentó en 2011 al Primer Concurso de Cocineros Jóvenes de Caja de Burgos
donde ganó por su maestría con el “corzo con castañas, morcilla en tempura y
puré de patatas con trufa negra”. O siendo subcampeón de Castilla y León al año
siguiente, detrás de Miguel Cobo. Es un cocinero con mucho fundamento.
Como le dije al propio Ricardo una vez acabada la comida,
comimos un menú de degustación, me hubiese gustado contar con apuestas más
arriesgadas. Sin embargo los platos fueron muy buenos, muy consistentes y muy
bien hechos. Pero yo eché en falta esos pequeños juegos que hacen que la cocina
se convierta en un juego. Eso lo hará más adelante, seguro.
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