
Cuando entras al restaurante te ves envuelto de olores y visiones de platos ya servidos que te hacen tomar una decisión en caliente, nunca mejor dicho. Así, dejarte llevar por el olor a cordero asado sin haber reservado antes hará que pidas un cordero no previsto y puede ser que llegue uno no perfecto.
Pasa también cuando pides arroces en el momento; es casi imposible que llegue en su punto a no ser que lo hayas reservado.
Creo también que debemos dejarnos asesorar e intentar platos del día, realizados con productos de temporada recién comprados y recogidos. No esperemos comer buenas setas en verano, por muy buena pinta que puedan tener.

No hay comentarios:
Publicar un comentario